Domingo de 6º de Pascua Ciclo A. 17 de mayo de 2020.
Primera lectura: Hch 8,5-8.14-17 | Salmo: Sal 65,1-3a.4-7a.16.20 | Segunda lectura: 1Pe 3,15-18 (o bien 4,13-16) | Evangelio: Jn 14,15-21 (o bien 17,1-11a)
NOTA: Cuando la Ascensión del Señor se celebra el Domingo siguiente, en este domingo VI de Pascua pueden leerse la segunda lectura y el evangelio asignados al Domingo VII.
A la luz de la Palabra de la liturgia de este Domingo propongo tres puntos para orar y reflexionar. Los sintetizo en tres palabras: PARÁCLITO, VERDAD, RAZÓN.
- Esperar otro PARÁCLITO
- Recibir el Espíritu de la VERDAD
- Dar RAZÓN de nuestra esperanza en tiempos de crisis
- Esperar otro PARÁCLITO
El texto nos habla del regalo del Padre de otro PARÁCLITO. El primero es Jesús que el próximo Domingo vuelve al Padre. La presencia del Señor Resucitado en la vida de sus discípulos se garantiza a través el Espíritu Santo que es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Aquí se lo designa con el nombre griego de PARÁCLITO: ¿Qué significa? Muchas veces se lo traduce como “el que consuela”. Pero en realidad la expresión es mucho más rica, profunda y amplia. Por eso es mejor no traducirla sino transcribirla tal cual y explicarla. PARÁCLITO, además del que consuela, es el que alienta, defiende, acompaña, está al lado, auxilia, intercede, exhorta, advierte… ¡Cuánta riqueza para redescubrir, en esta etapa final del Tiempo Pascual, quién es realmente Dios Espíritu Santo!
¿Cómo me estoy preparando para la Fiesta del Espíritu, la Solemnidad de Pentecostés, la celebración del Espíritu PARÁCLITO? ¿Estoy abierto a la acción del Espíritu Santo en mi vida? ¿Me dejo impregnar de su fuerza y su poder? ¿Qué implica para mi hoy que el Espíritu sea “mi otro PARÁCLITO? ¿Dejo que me aliente, defienda, acompañe, esté a mi lado, me auxilie, interceda, consuele…?
2. Recibir el Espíritu de la VERDAD
Además de Paráclito el texto de hoy nos habla del “Espíritu de la VERDAD”. Un matiz importante que no se puede pasar por alto. Ya algo compartíamos el Domingo pasado cuando Jesús se autodefinía como “la VERDAD”. Hoy seguimos profundizando en otra dirección. La palabra VERDAD se pueden entender moralmente como lo opuesto a la mentira y nos recuerda el octavo mandamiento de la ley de Dios: No dar falso testimonio ni mentir. Pero la expresión VERDAD también se puede profundizar desde una perspectiva existencial como lo contrario a asumir la propia realidad. Aquí me quiero detener. No dejarse imbuir por el Espíritu de la VERDAD nos sumerge en un mundo de falsa ilusión, fantasía superficial, en la tentación de construir castillos en el aire. Muchas personas se construyen una suerte de realidad paralela de la propia vida quedándose en lo que imaginan en su mente, sea excesivamente negativo o positivo, pero sin anclaje en la propia realidad. El Espíritu de la VERDAD sale a nuestro encuentro para que podamos asumir con serenidad la realidad de nuestra vida en sus aspectos más luminosos como también en los más sombríos.
¿Qué implica para mí hoy recibir el Espíritu de la VERDAD? ¿Cómo entiendo la palabra “VERDAD” en mi vida? ¿Asumo la realidad que me toca vivir? ¿Acepto con serenidad las dificultades, fracasos y problemas como parte de la “VERDAD” de mi vida? ¿Qué aspectos de manera particular el Espíritu de la VERDAD tendrá que vivificar en mi existencia actual?
3. Dar RAZÓN de nuestra esperanza en tiempos de crisis
En la segunda lectura se nos invita a dar siempre RAZÓN de nuestra esperanza, es decir: somos de Cristo, a Él pertenecemos, Él es el sentido último de nuestra vida, a Él lo anunciamos y por los valores de su Evangelio nos jugamos. Esa es nuestra vocación, nuestra identidad y nuestra misión. El contenido de nuestra fe y la forma como la presentamos es fundamental en el servicio evangelizador. Dar RAZÓN de nuestra esperanza en estos tiempos de crisis que estamos viviendo en la Patria y en el mundo, implica vivir y defender nuestra fe con suavidad, respeto, tranquilidad de conciencia y siempre prefiriendo hacer el bien y no el mal. Todo un programa de vida para el auténtico discípulo misionero de Jesús comprometido con la Patria y con la historia. ¡No tengamos miedo de dar RAZÓN de nuestra esperanza!
¿Doy RAZÓN de mi esperanza? ¿Fundamento con mi vida aquello que creo y celebro en mi experiencia de fe? ¿Busco formarme con la Sagrada Escritura, el Catecismo y los diversos documentos de la Iglesia para optimizar siempre mi forma de dar RAZÓN de la esperanza? ¿Qué tengo que modificar hoy en mi vida para ser artífice de una convivencia saludable en mi familia y en mis ambientes a la luz de lo que nos dice este texto de la 1Ped? ¿Busco ser fermento de vida nueva en estos tiempos de crisis? ¿Dónde tendré que disponer más suavidad, respeto, tranquilidad…? ¿Busco hacer siempre el bien y no dejarme tentar por responder con el mal…?
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
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