Sínodo

18 Jun, 2020

DOMINGO 12º DURANTE EL AÑO. CICLO A 2020.

En el Domingo 12º durante el año, el padre Obispo Gabriel nos ofrece tres puntos para analizar: 1. ANUNCIAR abiertamente el Reino 2. Enfrentando y purificando nuestros MIEDOS 3. Para el PADRE Dios somos muy importantes

Domingo 12º Durante el año. Ciclo A. 21 de junio de 2020.
Primera lectura: Jer 20,10-13 | Salmo: Sal 68,8-10.14.17.33-35 | Segunda lectura: Rom 5,12-15 | Evangelio: Mt 10,26-33

El texto evangélico que la Liturgia nos brinda este Domingo está tomado del capítulo 10 de Mateo donde se concentran las enseñanzas de Jesús con respecto a la tarea misionera. Por eso, el contexto claro e inmediato de nuestro relato, es el servicio evangelizador del verdadero discípulo del Reino. La parte del texto que hoy compartimos posee un tinte pintoresco y está marcado por el uso que Jesús hace de algunos refranes populares o frases típicas de aquella época.

Aparecen varios temas importantes concatenados y no es tan sencillo hacer foco en algunos por el riesgo de no valorar suficientemente los otros. Aquí propongo simplemente tres puntos para nuestra oración sintetizados en tres palabras: ANUNCIAR, MIEDOS, PADRE.

  1. ANUNCIAR abiertamente el Reino
  2. Enfrentando y purificando nuestros MIEDOS
  3. Para el PADRE Dios somos muy importantes
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  1. ANUNCIAR abiertamente el Reino

En distintas frases se nos invita a proclamar la Buena Noticia del Reino en continuidad con la primera parte de Mt 10. Lo propio del misionero es proclamar el Evangelio “desde lo alto de las casas” y a “pleno día”. Esta doble recomendación para aquella época buscaba instrumentar efectivamente el ANUNCIO: desde las terrazas llegaba muy bien la voz a todos y en pleno día era el momento cuando la mayoría de la gente estaba circulando o trabajando en las callejuelas de las aldeas y poblados. La Buena Noticia de Jesús que se revela debe ser conocida por todos. No podemos callar lo que hemos visto y oído de parte de Dios. No debemos guardar ni esconder su Palabra. Ser misioneros es reconocer abiertamente, siempre y constantemente ante todos los hombres que somos de Dios y ANUNCIARLO sin límites ni recortes.

¿Cómo está mi servicio misionero en las tareas pastorales que realizo? ¿ANUNCIO abiertamente el Reino de los Cielos? ¿Soy evangelizador en mis ambientes? ¿Qué implica para mí hoy proclamar la Palabra desde “lo alto de las casas” y a “pleno día”? ¿Transmito de palabra y de obra que ser discípulo de Jesús es realmente maravilloso? ¿He “escondido” alguna vez que soy cristiano? ¿He callado su Palabra de vida en alguna circunstancia? ¿Quiénes, de manera particular en mi entorno, están necesitando que les ANUNCIE la Buena Noticia del Reino?

2. Enfrentando y purificando nuestros MIEDOS

En el texto aparece tres veces la expresión “no teman” y una vez “teman más bien”. Da un lugar destacado al MIEDO y al temor. El MIEDO es una realidad profundamente humana propia de todas las personas y de todos los tiempos. En sí mismo no es malo. Es más, muchas veces es bueno dado que actúa como alerta para resguardarnos y apartarnos del peligro. Sin embargo, el evangelio de hoy, nos pone ante el verdadero análisis que califica al temor: ¿a qué/quién le tenemos MIEDO? De aquí brotará que hay MIEDOS positivos y MIEDOS negativos. Temores que valen la pena y otros que no. La Palabra es clara y nos plantea a qué realmente debemos tener MIEDO. Temer, por sobre todas las cosas, a lo que nos aparta de Dios y su Evangelio. Muchas veces nos quedamos más preocupados y concentrados por los MIEDOS de todos los días y perdemos de vista la realidad del pecado grave y el poder del mal como lo más dramático que se puede apoderar de nuestro corazón. Obviamente que no se trata de contraponer los distintos tipos de MIEDO. Se trata de purificar y reordenar incluso nuestros temores ante la Palabra de nuestro Dios. Para purificar nuestras experiencias de MIEDO debemos tener en claro que la vida en definitiva depende de Dios. Solo ante Él nos rendimos. El valor supremo no está en esta vida terrena, que a la corta o la larga perdemos, sino en nuestra relación con Dios y el cumplimiento de su voluntad.

¿Qué implican para mí hoy las palabras MIEDO y temor? ¿Cuáles han sido los temores más grandes que he experimentado en mi vida? ¿De qué tengo MIEDO hoy…? ¿Qué experiencias de MIEDO detecto en mi familia y en mi ambiente? Con respecto al temor: ¿Me quedo en cuestiones más “superficiales” o profundizo en situaciones más profundas y estructurales? ¿Busco “enfrentar” mis MIEDOS? ¿Los miro de frente, los acepto como parte de mi vida? Con la gracia de Dios: ¿Intento “purificar” mis temores?

3. Para el PADRE Dios somos muy importantes

En medio de las diversas temáticas del evangelio de hoy, irrumpe con fuerza la figura del PADRE Dios que ama profundamente a los seres humanos que ha creado. En el centro de la Buena Noticia está el PADRE Dios que nos cuida con delicadeza y actitud totalmente personal. Así, como cuida a cada uno de los pájaros del cielo, así como conoce bien lo que es imposible de contar, el número de cabellos de una persona, de la misma manera y aún mucho más se hace cargo con misericordia de cada uno de nosotros, incluso en medio de nuestros pecados y debilidades. Para el PADRE Dios somos absolutamente importantes y valemos inmensamente. ¡Qué bueno será disfrutar siempre de esta experiencia en nuestra vida de oración! El amor providente y afectivo del PADRE Dios es fuente segura para regular y alimentar positivamente nuestra autoestima. Cuándo alguien piensa que vale poca cosa, ore con este texto y verá cuán importante y valioso es para el PADRE Dios siempre y más allá de toda circunstancia. Tenemos que crecer en confianza en la providencia y asistencia continua del PADRE Dios: Abandonarnos en Él y a Él.

¿Cómo es mi relación con Dios? ¿Cómo está hoy mi vida de oración con el Señor? ¿Qué “imagen” tengo del PADRE Dios? ¿Descubro cada día que me ama profundamente incluso en mis debilidades y pecados? ¿Percibo que ese amor es particular, personal y concreto? ¿Dejo que el amor del PADRE Dios invada mi corazón particularmente cuando me siento mal? ¿Dejo que el Señor “levante” positiva y realmente mi “autoestima”?

+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina

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