Domingo del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. 14 de junio de 2020.
Primera lectura: Deut 8,2-3.14b-16a | Salmo: Sal 147,12-15.19-20 | Segunda lectura: 1Co 10,16-17 | Evangelio: Jn 6,51-58
Este año en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo compartimos la última parte del Discurso del Pan de Vida en Juan 6. En esta sección del largo sermón se concentran las reflexiones eucarísticas más evidentes de Juan 6 y todo el Cuarto Evangelio. Algunos comentaristas llegan a emparentar de forma directa este texto con la Institución de la Eucaristía que tenemos en los Evangelios Sinópticos. El sentido sacramental es evidente por el uso y la concentración del vocabulario que aquí se hace. Puntualmente, en pocos versículos aparece:
- 8 veces el verbo comer.
- 6 veces la palabra carne.
- 3 veces el verbo beber.
- 4 veces la palabra sangre.
- 5 veces el término pan.
- 9 veces la raíz vida-vivir.
Celebrando el Misterio de la Eucaristía presento tres puntos para nuestra oración y meditación, sintetizados en tres palabras: HAMBRE, CENTRALIDAD, PERMANECER.
- Nuestra experiencia del HAMBRE
- La CENTRALIDAD de la Eucaristía Dominical
- PERMANECER vitalmente en Cristo a través de la Eucaristía
- Nuestra experiencia del HAMBRE
Tanto la primera lectura como el Evangelio nos conectan con la experiencia humana-vital del HAMBRE. HAMBRE que tiene distintas expresiones y niveles: partiendo de lo más básico y esencial para la vida como es el pan material y abriéndonos al significado metafórico pero no por eso menos real del HAMBRE de afecto, de perdón, de sentido, de verdad, de plenitud… HAMBRE de paz, de escucha, de valores y, sobre todo, HAMBRE de Dios. Dolorosamente desde hace tanto tiempo se entrecruzan en personas y familias de nuestra Patria los diversos tipos de HAMBRE en el marco de situaciones de injusticia que no terminan de superarse y que resultan escandalosas. ¡Qué bueno si como discípulos del Señor tenemos HAMBRE de buscar saciar el HAMBRE insatisfecho de tantos hermanos en los diversos niveles que se pueda dar!
¿De qué tengo HAMBRE hoy? Es decir: ¿cuáles son mis necesidades más profundas insatisfechas? ¿Qué “cosas buenas” y qué “cosas malas” puedo estar anhelando y deseando hoy? ¿Cuál es la experiencia de HAMBRE en mi entorno inmediato…? ¿Cómo reacciono ante los hermanos que experimentan HAMBRE? ¿Busco comprometerme de forma decidida en responder al HAMBRE de Dios, de paz, de justicia, de amor y de pan material que experimentan muchas personas y familias en nuestra Patria?
2. La CENTRALIDAD de la Eucaristía Dominical
La insistencia de comer el cuerpo y beber la sangre del Señor y el resto de la terminología nos habla de la CENTRALIDAD que el Sacramento de la Eucaristía tiene para la vida del discípulo misionero del Señor. Es el Alimento con mayúsculas para la Vida con mayúsculas. La tradición de la Iglesia ha definido de hecho esta CENTRALIDAD diciendo que la Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana (Lumen Gentium 11). Se impone para nosotros entonces preguntarnos si es realmente así en nuestra vida personal y comunitaria. La Misa Dominical está llamada a ser realmente el CENTRO de nuestra semana. Además, en ella comienza nuestra semana y hacia ella confluye la semana que ha transcurrido. Toda experiencia vital a lo largo de la semana, en sus aspectos más luminosos como en sus experiencias más oscuras, tiene como eje y corazón la Eucaristía. Si esto no fuera así, nuestra espiritualidad estaría desenfocada y nos estaríamos perdiendo lo esencial del Alimento de Vida Eterna. ¡Que podamos vivir y transmitir a los demás la belleza y la CENTRALIDAD de la Eucaristía Dominical!
¿Qué implica para mí hoy “comer su carne y beber su sangre”? ¿Capto realmente la CENTRALIDAD de la Eucaristía Dominical? ¿Qué lugar ocupa la Eucaristía Dominical en mi vida espiritual?; ¿es el momento donde encuentro las fuerzas necesarias para el inicio de mi semana?; ¿es el momento hacia donde confluye todo lo que voy viviendo en mi semana? ¿Es, en definitiva, el CENTRO de cada semana de mi vida? ¿Se da realmente conexión entre Misa y mi tiempo cotidiano? ¿Llevo a la Eucaristía mis anhelos, gozos, logros, desafíos, frustraciones, miedos, fracasos…? ¿Qué implica para mí que la Eucaristía sea fuente y culmen de toda la vida cristiana?
3. PERMANECER vitalmente en Cristo a través de la Eucaristía
En Jn 6,56 aparece el verbo griego menein que significa “PERMANECER unido”. El sentido de esta expresión no tiene el matiz estático y fijo que posee en nuestra lengua castellana. Menein es un PERMANECER unido de manera dinámica, dialógica, con un invariable ida y vuelta, con una relación de diálogo constante con el Señor de Tú a tú. El Señor PERMANECE en nosotros, nosotros debemos PERMANECER en Él. Esto hace la Eucaristía en nosotros. La Eucaristía nos hace estar unidos vitalmente al Señor, nos hace PERMANECER en Él a través de tres verbos inseparables que refieren a la totalidad de este Sacramento: celebrar, adorar y comulgar. ¡Qué en este tiempo de pandemia podamos PERMANECER unidos a Cristo por la Eucaristía!
¿Experimento desde la fe que el Señor PERMANECE siempre unido a mí? ¿Busco PERMANECER unido a Jesús por la vida espiritual en todas sus dimensiones? ¿Dejo que la Eucaristía me haga PERMANECER unido a Cristo? ¿Cómo es mi vida espiritual-sacramental? ¿Es vital, dialogante, fecunda, “ungida”…? ¿Es dinámica en ese «ida y vuelta» que se da en una verdadera relación de amistad? ¿Qué implica para mí hoy PERMANECER en Jesús? ¿Vivo la Eucaristía con verdadera fe vital o tiendo a ser solo «ritualista»? ¿Elijo sinceramente PERMANECER en Él? ¿PERMANEZCO en Jesús a través de la Eucaristía “conjugando” los tres verbos, es decir: celebrar, adorar y comulgar?
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
Descargalo aquí: Domingo Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo Ciclo A 2020
Escuchalo aquí: Mestre#los3Puntitos-Domingo Santisimo Cuerpo y Sangre de Cristo Ciclo A 2020
