El clero de Mar del Plata realizó de manera virtual una jornada de formación sobre Fratelli Tutti. Compartieron reflexiones para renovar la unidad y para poner gestos fuertes de fraternidad universal en la misión.
A pocos días de la publicación de la Encíclica de Francisco, Fratelli Tutti, el clero marplatense se reunió esta mañana de manera virtual a reflexionar sobre los principales desafíos de la realidad a la luz de la enseñanza papal.
La reunión estuvo presidida por el Padre Obispo Gabriel, acompañado por el obispo auxiliar y organizado por el equipo de formación permanente del clero.
La oración inicial estuvo a cargo de las hermanas carmelitas descalzas que, desde el monasterio ubicado cerca de Villa Marista en Mar del Plata, animaron con canciones y meditaciones sobre la fraternidad.
El arzobispo de Mercedes Luján, Mons. Jorge Eduardo Scheinig, tuvo a su cargo la reflexión central sobre la Encíclica destacando la contextualización del documento en el conjunto de la enseñanza magisterial de Francisco, los aspectos centrales de su mensaje y el desafío de fraternidad para el clero y la Iglesia en el mundo hoy. Invitó a los sacerdotes a poner gestos fuertes de fraternidad para renovar los vínculos entre todos.
Los sacerdotes y diáconos trabajaron luego en grupos con algunos textos de la encíclica en orden a poder establecer propósitos de aplicación en la vida personal y los desafíos pastorales.
El encuentro contó también con un espacio de intercambio entre todos los participantes que culminó con la oración final y la bendición del padre obispo Gabriel Mestre.
El encuentro es parte del camino permanente de reflexión del clero de Mar del Plata. La Iglesia local cuenta con unos 70 ministros en las diferentes comunidades y áreas pastorales de la diócesis.
Que hermoso sería, que todos los cristianos, como hermanos en Cristo que somos, fueramos capaces de comprender la maravilla de este eden que nuestro Padre, nos regaló, tan solo por que nos AMA. Porque ÉL es amor y nos multiplicó y sigue haciéndolo por ese inagotable amor que lo anima. Pero muchas veces nuestra necesad no nos ciega; caminamos por el mundo ignorando al que marcha a nuestro lado; sin reconocer al que lleva más peso para ofrecerle nuestras fuerzas; pocas o muchas; para ayudarle a cargar su cruz: ayudarlo con su fe, partir nuestro pan, escuchar su dolor y compartirlo para que duela menos o reir con él para que la felicidad sea más y más grande. Qué nos falta….solo perder este peso inútil de la vanidad con la que aumentamos el vacio de nuestra vida.
Desde mi modesta y personal reflexión puedo decir que sería bueno que al dar gracias a Dios cada noche portodo lo que nos dió, porque viniendo de ÉL, TODO ES AMOR,incluso las lágrimas que lloramos o la piedra con la que tropezamos, que al darle gracias y pedir su protección durante el descanso, nos preguntaramos mirándonoda adentro, bien adentro….dçonde muchas veces NO QUEREMOS LLEGAR, por la conciencia de nuestros pecados; y nos preguntaramos sinceramente ¿ qué hice hoy por mis hermanos?
Gracias Maria por su comentario. Bendiciones.