El Padre Armando Ledesma, en este Sábado Santo, desde la Catedral de Mar del Plata nos ayuda a conmemorar la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan. Es un día de luto, pues se trata de un día de silencio, no hay celebración eucarística.
Tradicionalmente la Iglesia en Sábado Santo celebra en silencio acompañando a Jesús que permanece muerto y la Virgen María que en su soledad acompaña la muerte de su hijo esperando la resurrección. Este sermón que ofrece hoy el Padre Armando Ledesma es una ceremonia de soledad para animar a los fieles a permanecer en silencio y meditación, disponiendo el corazón para que en la esperanza celebrar la pascua de Jesús.
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SÁBADO SANTO ¿QUÉ CELEBRAMOS ESTE DÍA?
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección.
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.
La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.
Es el día de la ausencia. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz «¿por qué me has abandonado»?- ahora él calla en el sepulcro. Descansa: «consummatum est», «todo se ha cumplido».
Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos – no tanto momentos cronológicos – de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado.