Comenzamos el tiempo de Adviento que significa: esperar al que viene, estar atentos, vigilantes, despiertos. Adviento es también tiempo de preparación para vivir la Navidad, si bien Jesús ya nació hace dos mil años, la liturgia nos invita a renovar la gracia de Navidad en nuestras vidas. Dos son las venidas de Jesús: la primera que ya ocurrió en Belén, y la segunda que tendrá lugar al fin de los tiempos. La primera vino en el silencio de la noche, solamente unos pastores supieron la noticia del nacimiento del Salvador. La segunda será gloriosa y toda la humanidad se dará cuenta de su venida por los signos que la precederán. En la primera venida su cuerpo frágil fue cubierto de pañales y recostado en un pesebre, en la segunda venida su presencia gloriosa presidirá el juicio final y el destino último de todos los hombres.

Tiempo de Adviento tiempo de espera y una oportunidad para preparar nuestro corazón. La primera lectura del profeta Isaías es una invitación a trabajar por la paz, tan necesaria en nuestros días, signados por la violencia cotidiana y la guerra entre las naciones. La paz es un trabajo personal y social, no significa estar en paz yo y el resto que se las arregle como pueda, tenemos que construir la paz con nuestra pacificación interior, somos los cristianos “personas de paz y de reconciliación”. La paz verdadera implica trabajar por la justicia, o dicho de otra forma: no hay paz sin justicia. No se puede estar en paz cuando vemos crecer cada día la pobreza, la indiferencia de los que mandan ante los que sufren, la insensibilidad ante los graves problemas sociales. Para estar en paz hay que transformar el corazón y animarse a construir la paz: “Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas”, nos dice Isaías.

¿Cómo vivir este tiempo de Adviento? San Pablo nos da la clave en la segunda lectura: “Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias”. Adviento es tiempo de austeridad, oración y penitencia. No basta con hacer obras externas sino están acompañadas con una sincera búsqueda de Dios en nuestras vidas. Vivir este tiempo con generosidad, silencio para la oración, apertura para cubrir las necesidades materiales y afectivas de nuestro prójimo. Pidamos a María, modelo del Adviento en la Iglesia, que tengamos la atención que Ella tuvo para esperar y recibir al Hijo de Dios. Y que Ella nos regale la urgente necesidad de trabajar por la paz en nuestra vida cotidiana.

Descargá la Homilía acá: https://drive.google.com/file/d/1XjIzya9s2Tu8WMTFdAUyCw9MdoRFyqSH/view?usp=sharing