En la fiesta patronal de Santa Rosa de Lima, el obispo diocesano, monseñor Ernesto Giobando sj. presidió la Misa este domingo 31 junto al párroco, presbítero Oscar Maipah, y al padre José Martínez, en el templo parroquial ubicado en Nasser entre Balcarce y 11 de Septiembre, en la ciudad de Mar del Plata.
Durante la homilía, recordó que “los santos vivieron con humildad, muchos de ellos humillados por la gente, por no entenderlos, por las contradicciones o incluso por la difamación”, y subrayó que esa es también la experiencia que Jesús anticipa en el Evangelio: “el que se eleva será humillado y el que se humilla será elevado”. En Santa Rosa, explicó, este mensaje se hizo vida: una mujer casi oculta para la sociedad, que eligió el último lugar y lo vivió en la sencillez de su casa, en el servicio a los pobres y en su profunda unión con Dios.
El Obispo también invitó a mirar la realidad de los más vulnerables a la luz del Evangelio. “Cuando des un banquete, invita a los que no te pueden devolver”, recordó citando las palabras de Jesús, y lo vinculó con la misión concreta de la Iglesia en Mar del Plata: “los que están en la calle también son invitados a esa mesa”, afirmó, e hizo referencia a la experiencia vivida en la Noche de la Caridad, a la que él mismo se sumó en la jornada previa. “Ayer cuando salimos a repartir la comida por las calles de Mar del Plata, los que están en la calle inmediatamente se dieron cuenta que llegábamos, porque estaban esperando esa comida”, relató.
Explicó que en ese encuentro sencillo —una bandejita con un pan, una mandarina y un caldo caliente— se revela el verdadero sentido del Evangelio: reconocer que los más pobres también son invitados al banquete. Con esta imagen, invitó a la comunidad a no conformarse con gestos mínimos de ayuda, sino a dar un paso más en la generosidad, compartiendo de lo propio para que la fe se traduzca en obras concretas de servicio.













