La comunidad de la Capilla San Ramón Nonato, perteneciente a la Parroquia Cristo Rey -confiada a los Padres Escolapios- celebró este domingo 31 sus fiestas patronales en honor al santo protector de la vida. La jornada comenzó con una procesión por las calles del barrio y luego el obispo de Mar del Plata, monseñor Ernesto Giobando sj, presidió la misa patronal en el templo colmado de fieles. Durante la celebración confirió el ministerio del lectorado a Jorge Barbisán, candidato al diaconado permanente, y acompañó con especial cercanía a Atenea, una niña de la comunidad que recibió su primera comunión.
En su homilía, Giobando recordó que “todos los santos son de la vida, porque son de Dios, y Dios es el Dios de la vida”, y explicó que en la Iglesia no hay “primeros lugares”, sino que el verdadero camino cristiano es el del servicio y la humildad. Pidió elegir siempre el último lugar, porque “el que se eleva será humillado y el que se humilla será enaltecido”, y advirtió que el Evangelio invita a dar sin esperar nada a cambio: “Cuando hagas un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¿Quién de nosotros hizo un banquete para los más pobres? Me parece que ahí estamos en falta”.
El Obispo recordó la experiencia de la Noche de la Caridad que vivió esta semana en la capilla María Madre de la Iglesia, cuando “con la noche tan fea, había muchos chicos y chicas en la calle, y cuando vieron llegar el auto ya se pusieron contentos porque llegaba la comida: un pollo a la parrilla con ensalada rusa, con un caldo, una mandarina y un pan. Ese es el banquete para los pobres”. A partir de ese testimonio insistió en que “en una comunidad cristiana tiene que haber siempre algo para los que no tienen”, señalando la necesidad de estar atentos también a “los abuelos que no llegan a fin de mes y a veces tienen que elegir entre la medicina o comer”, lo cual reclama de todos solidaridad y ayuda concreta.
Dirigiéndose a Atenea, que recibió la primera comunión, la animó a conservar siempre la sencillez: “Jesús te va a hacer siempre buena. Tratá de conservar ese corazón de niña que tenés, porque si perdemos ese rincón de niñez, perdemos la alegría de vivir”. Y a Jorge Barbisán, en su camino al diaconado permanente, lo alentó a continuar acompañado de su familia y su comunidad: “Este es el día. Está tu esposa, tus hijos, tu nieto, está tu familia y esta es tu comunidad de Cristo Rey”.
Finalmente, exhortó a la comunidad a que como Iglesia podamos “dar gloria a Dios a través de nuestras obras, a través de nuestro testimonio para con los demás” y pidió “que San Ramón nos conceda un corazón humilde y servidor.”












