Juan Pablo Arrachea comparte su testimonio antes de su ordenación sacerdotal que se realizarán el viernes a las 19hs y lo podes seguir por las redes sociales

“Me arrodille consiente de mi nada y me levante Sacerdote para siempre…” (Santo Cura de Ars)

Me siento feliz porque el viernes 18 de diciembre, se hace pleno el deseo de mi corazón de ser Sacerdote, es decir, padre y pastor para el pueblo de Dios.

Desde pequeño la fe de mi familia, en especial de la mis abuelos, me llevó a caminar en la vida de la Iglesia en mi querido Pueblo de Gral. Madariaga.

En el colegio de las hermanas comencé a conocer más sobre la vida de Jesús y lo lindo de ser cristiano. Al finalizar el colegio, decidí, junto a varios amigos, irme a vivir a Buenos Aires y comenzar una carrera universitaria.

Al estar viviendo en Buenos Aires y sentir la necesidad de compartir y vivir la fe en comunidad, me inserte en una parroquia donde, con los jóvenes del grupo misionero, íbamos a misionar al conurbano porteño, donde realizábamos diversas actividades para las familias del barrio. Fue allí, donde el Señor me robo mi corazón.

En ese contexto de misión, descubrí que el Señor tenía un plan para mi vida, una vocación para poder ser verdaderamente feliz. Me llamaba a ser sacerdote.

Hoy, después de 8 años de discernimiento y formación, con un corazón lleno de alegría y de paz, sigo confirmando aquel primer llamado del Señor “ánimo, levántate, Él te llama” (Mc 10,49)

Es el Señor el que me llamó a ser servidor de su pueblo. Es el Señor el que me da la fuerza necesaria para poder ser fiel a este llamado. Es por eso que consiente de mi humana debilidad quiero ser un sacerdote al estilo de Jesús, muy de Dios y muy del Pueblo. Un sacerdote que se hace padre, hermano, amigo y compañero de camino. Un Sacerdote que, como nos enseñaba el querido Cardenal Pironio, es “amigo de Dios para los hombres”.

Esto no siempre es fácil, ser fiel. Es por eso que la oración es esencial para para estar en plena comunión con Dios, pero a su vez es parte fundamental de nuestra vida estar presente en lo cotidiano de cada día acompañando a los niños y los jóvenes, adultos y ancianos, familias,  llevando consuelo en los momentos de dificultad y tristeza, acompañando y guiando, siendo, como le gusta decir al Papa Francisco, “artesanos de la Paz” e instrumento de la alegría y la esperanza del Señor.

Por eso, les pido a todos, que se unan a mi gran acción de gracias por la fidelidad de Dios en mi vida. Y que mañana, al levantarme del piso de la catedral, reciba el don del Espíritu para poder ser “Por Cristo, Con Él y en Él” Sacerdote para Siempre. Que el Señor tome toda mi vida y en mi vida se de Él a los hombres.

Diácono Juan Pablo
Mar del Plata, 17 de diciembre de 2020.