El pasado 18 de octubre, en el marco de las fiestas patronales del Santuario de Schoenstatt, la diócesis celebró con alegría el Jubileo Diocesano de las Familias en el marco de este Año Jubilar que en toda la Iglesia local se está viviendo con renovada esperanza.

La celebración, que tuvo por lema “Familia de María, corazón de la esperanza”, fue presidida por el obispo diocesano, monseñor Ernesto Giobando sj, quien acompañó todo el encuentro, acompañado por el asesor diocesano del Movimiento de Schoenstatt, padre Juan Cruz Mennill.

La jornada comenzó con una procesión por las calles del barrio llevando la imagen de la Virgen de Schoenstatt, donde familias, niños y adultos caminaron juntos rezando y reflexionando sobre el don de la vida familiar. En cada paso se pedía por los hogares de la diócesis, por los que atraviesan dificultades y por aquellos que son testimonio de amor y fidelidad.

De regreso al santuario, los peregrinos recorrieron el parque llevando la imagen de la Sagrada Familia, tallada en palosanto, que desde el Año Diocesano de la Familia (2010) está entronizada allí. En ese tramo de la procesión se recordó el sentido de ser peregrinos, y se agradeció por la gracia del Jubileo.

La Eucaristía se celebró en la explanada del santuario, designado como uno de los templos jubilares de la diócesis. Bajo un sol primaveral y en un ambiente de fiesta, cientos de personas participaron con alegría y devoción.

En su homilía, monseñor Giobando invitó a redescubrir el valor de la familia como primer espacio donde se aprende a creer y a amar. Comentando la segunda lectura del día —“Desde niño conoces las Sagradas Escrituras” (2 Tim 3,14–4,2)—, destacó la misión de los padres como transmisores de la fe y la importancia de enseñar a rezar en casa. “La oración compartida en familia —dijo— sostiene la vida y fortalece los vínculos; es ahí donde se aprende a confiar y a agradecer”.

Luego, a partir de la primera lectura, el obispo comparó la vida familiar con los brazos de Moisés que, cuando se cansan, necesitan ser sostenidos: “Cuando los brazos se cansan, es importante tener donde apoyarnos: eso es ser familia. El desafío es formar hogares donde dé gusto estar, y no de los que se quiera huir.”

Al finalizar la misa, el pastor diocesano presentó a Ana Laura y Eduardo Sirolli, recientemente designados como coordinadores del nuevo Secretariado Diocesano de Laicos, Vida y Familia. Junto al asesor padre Walter, animarán esta pastoral que busca fortalecer la vida familiar y la presencia activa de los laicos en la Iglesia.

Con palabras de gratitud, el obispo destacó el carisma misionero de Schoenstatt y su dedicación al acompañamiento de las familias, animando a seguir caminando juntos, con María, ante los desafíos del mundo de hoy.