Sínodo

20 Abr, 2023

DOMINGO 3º DE PASCUA. CICLO A 2023

En el Domingo 3º de Pascua, el padre Obispo Gabriel nos ofrece tres puntos para reflexionar: 1. Caminar SIN reconocer a Jesús 2. Caminar ILUMINADOS por Jesús 3. Caminar regresando a JERUSALÉN

Domingo 3º de Pascua Ciclo A – 23 de abril de 2023
Primera lectura: Hch 2,14.22-33 | Salmo: Sal 15,1-2a.5.7-11 | Segunda lectura: 1Pe 1,17-21 | Evangelio: Lc 24,13-35

Este Domingo la Liturgia de la Iglesia nos hace disfrutar el hermoso relato de los discípulos de Emaús. A lo largo del texto se suceden estados de ánimo, diálogos, reclamos, lugares y tiempos diferentes. En el camino, relativamente corto entre Jerusalén y Emaús y viceversa, se sintetizan y condensan muchas situaciones de vida en las cuáles hoy nosotros, discípulos misioneros del siglo XXI, nos vemos reflejados e interpelados.

Considero que hay como dos puntos de inflexión en el relato que nos permiten dividirlo en tres partes. Primer punto de inflexión es la reacción firme de Jesús que les dice “duros de entendimiento”. El segundo momento se da hacia el final, cuando los discípulos se ponen en camino y regresan a Jerusalén. A partir de aquí se generan los tres puntitos de este Domingo sintetizados en tres palabras que siempre irán acompañadas del verbo caminar: SIN, ILUMINADOS, JERUSALÉN.

  1. Caminar SIN reconocer a Jesús
  2. Caminar ILUMINADOS por Jesús
  3. Caminar regresando a JERUSALÉN
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  1. Caminar SIN reconocer a Jesús

Cleofás y el otro discípulo hablan, conversan y discuten SIN reconocerá a Jesús que camina con ellos. Tienen el semblante triste y le cuentan a este “forastero” que les pregunta que les pasa. Ellos responden a modo de catarsis espiritual compulsiva, todo lo que tienen en el corazón. Están mal porque caminan SIN reconocer a Jesús. SIN filtros le dicen todo lo que les pasa. El camino de los discípulos de Emaús es nuestro camino. Nosotros también muchas veces caminamos por la vida SIN reconocer que Jesús está muy cerca de nosotros. Mucho más de lo podemos percibir con nuestros pobres y limitados sentidos. En este tiempo complejo de la historia personal, familiar, comunitaria y social debemos superar más que nunca la tentación de caminar SIN reconocer a Cristo.

¿De qué cosas hablo, converso y discuto en mi vida cotidiana? ¿Camino SIN reconocer que Jesús siempre está a mi lado? ¿Dejo que Jesús se acerque a mi vida? ¿Cómo me impacta que el Señor salga a mi encuentro? ¿Dejo que me pregunte qué me pasa? ¿Qué tengo para contarle yo hoy a Jesús? ¿Vivo mi oración cotidiana en esta dinámica de contarle a Jesús lo que pasa por mi mente y mi corazón… lo que me pasa en la vida? ¿Hago yo “catarsis espiritual” con el Señor “largando el rollo” de todo lo bueno y lo malo que me pasa? ¿Me “desahogo” en el Señor? ¿“Descargo” en Él todas mis angustias?

2. Caminar ILUMINADOS por Jesús

El Señor que tomó la iniciativa de acercarse y caminar con ellos ahora los ILUMINA con su Palabra. ILUMINACIÓN firme, clara y contundente. ILUMINACIÓN correctiva. Jesús deja primero que hagan catarsis, deja que se desahoguen. Luego les hace la devolución, les baja línea: “Duros de entendimiento…”, “cuanto les cuesta…”. ¡Cuántas veces nosotros somos duros de mente y de corazón! ¡Cuántas veces nos cuesta aceptar y creer que Él realmente está vivo y es Dios y Señor! Más adelante el mismo Jesús los ILUMINA cuando les explica y les interpreta las Escrituras. Es el mismo Señor quien les abre la mente y el corazón para que puedan entender vitalmente, evangélicamente el mensaje de la Biblia. Los discípulos todavía no lo han descubierto totalmente. Sin embargo, lo invitan a quedarse. ¡Qué bueno si nosotros hacemos lo mismo! Invitemos al Señor a nuestra vida, a nuestra casa, a nuestra familia, a nuestros grupos… “Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba”. Jesús se queda y en el marco de la fracción del pan, de la Eucaristía desaparece visualmente, pero aparece sacramentalmente y ellos lo reconocen totalmente. Una vez más la presencia total del Resucitado la encontramos en la celebración de la Misa. Cada Domingo Jesús muere y resucita para salvarnos y ser el Pan de Vida Eterna que ILUMINA nuestra existencia.

¿Permito que Jesús me corrija en el camino de mi vida? ¿Lo dejo hablar… lo escucho…? ¿Dejo que me ILUMINE? ¿Qué implica que me diga “duro de entendimiento”? ¿Dejo que Jesús me «explique» el sentido de los pasajes de la Escritura? ¿Permito que Él como Salvador, verdadero Dios y verdadero hombre, esté en el centro de la Palabra, Primer y Nuevo Testamento? ¿Dejo que sea mi Maestro para comprender su Palabra? ¿Lo “invito” a que se “quede” en mi vida, mi familia, mi comunidad…? ¿Descubro su presencia resucitada en la celebración de los Sacramentos, sobre todo en la Eucaristía que ILUMINA la vida cotidiana?

3. Caminar regresando a JERUSALÉN

Una vez que reconocen al Señor resucitado regresan a Jerusalén. Vuelven al lugar de donde escaparon con el semblante triste. Transitan el mismo camino, pero al revés y con la fuerza del Resucitado que les quita el miedo. Ya no con la angustia del comienzo, sino con la alegría de la resurrección del Señor que invade toda la vida. Es sumamente interesante este cambio con respecto a JERUSALÉN: primero se van desencantados y luego regresan con toda la fuerza que viene de Dios. En JERUSALÉN, ellos cuentan lo que les ha pasado en el camino. Esto es la misión, esta es la tarea misionera: contar a todos y todas que el Señor ha resucitado y da sentido pleno a la vida. Cada uno de nosotros tenemos nuestra JERUSALÉN que debemos redimensionar desde la fuerza de la Pascua de Jesús. Asumamos el desencanto y transformados por el Señor regresemos una mil veces a cada una de nuestra JERUSALÉN en los diversos ámbitos de nuestra vida.

¿Qué puede significar hoy para mí JERUSALÉN? ¿De qué me puedo estar “escapando” hoy? ¿De qué huyo…? ¿Qué situaciones o ámbitos de vida rechazo y no quiero asumir, “ni mirar”? ¿Dejo que la fuerza del Resucitado cambie la percepción de “mi JERUSALÉN”? Con la gracia del Señor: ¿me animo a volver a “mi JERUSALÉN”? ¿Qué debo asumir hoy de mi vida? ¿Qué tendré que sanar con la presencia de Jesús? ¿Qué caminos “mal andados” en mi pasado deberé volver a transitar, pero ahora con la fuerza del Resucitado que hace nuevas todas las cosas?

+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina

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