Domingo 4º de Adviento. Ciclo B
Primera lectura: 2Sam 7,1-5.8b-12.14a.16 | Salmo: Sal 88,2-5.27.29| Segunda lectura: Rom 16,25-27| Evangelio: Lc 1,26-38
Estamos compartiendo la celebración del cuarto Domingo de Adviento. Contemplamos el texto evangélico del hermoso relato de la Anunciación en Lucas. Escuchamos este mismo texto el pasado 8 de diciembre, en el marco de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Hoy lo volvemos a profundizar en las puertas de la celebración de la Navidad.
Son muchos los aspectos para meditar que este relato de la Palabra de Dios nos ofrece. Presento tres puntos para la reflexión que serán completados por lo que a cada uno el Espíritu le suscite a través de la Escritura. Sintetizo estos puntos en tres expresiones tomadas del mismo relato de la Anunciación: “no TEMAS…”, “¿CÓMO puede ser…”, “no hay nada IMPOSIBLE para Dios”. Tres palabras: TEMAS, CÓMO, IMPOSIBLE.
- “No TEMAS…”
- “¿CÓMO puede ser…?”
- “No hay nada IMPOSIBLE para Dios”
- “No TEMAS…”
Qué bueno escuchar de parte del Ángel Gabriel, también para nosotros hoy, esta hermosa Palabra: ¡No TEMAS! Cuando miramos con profundidad nuestra vida es posible que encontremos muchas cosas que nos dan miedo, TEMOR, incertidumbre, zozobra, desesperanza… ¡En este año de pandemia cuánto más! Lo que le pasa a María, también nos pasa a nosotros. El futuro es incierto en muchos aspectos y puede generarnos TEMOR y miedo, también incertidumbre. Es importante ver a qué cosas le tengo miedo. A veces son situaciones superficiales, otras veces son situaciones más estructurales y profundas… Debemos animarnos a desentrañar nuestros TEMORES para presentárselos a Dios y que Él, a través de su Ángel, hoy también nos diga: ¡No TEMAS!
¿A qué cosas TEMO hoy? ¿Qué situaciones me generan miedo? ¿Cómo veo mi futuro… el futuro de mi familia, de la Iglesia, de la ciudad, del mundo…? Mirando la pandemia global con sus consecuencias locales, familiares y personales: ¿A qué le TEMO? ¿Qué aspectos de la vida me generan estados de ansiedad o incertidumbre? ¿Qué implica para mí hoy que Dios a través de su Ángel me diga: ¡No TEMAS!?
2. “¿CÓMO puede ser…?”
María se pregunta y nos enseña a preguntarnos a nosotros mismos: ¿CÓMO…? Nunca está mal preguntarse y preguntar. Si se lo realiza con actitud de respeto, serenidad y sentido de fe en Dios es altamente positivo. Son muchas las situaciones de vida que llevan a preguntarnos CÓMO, por qué, para qué… A veces tiene que ver con nosotros, con nuestro propio corazón. Otras veces son preguntas referidas a las personas que amamos, familiares y amigos. En otros casos las preguntas apuntan a los grandes interrogantes por las situaciones de la humanidad en este y en todos los tiempos: la vida y la muerte, la salud y la enfermedad, la paz y la guerra, la unión y la división, la alegría y la tristeza… No debemos tener miedo a preguntarnos y preguntarle a Dios todo lo que afecte nuestro corazón y nuestra vida “¿CÓMO puede ser…?”.
¿Cuáles son los interrogantes más profundos de mi corazón hoy? ¿Me animo a verbalizarlos y decir CÓMO? ¿Con quién/es los dialogo y los comento? ¿Me animo, como lo hace María, con fe y respeto, a preguntarle a Dios las situaciones de mi vida que me cuesta comprender? ¿Intento, en mi vida de oración, mantener con el Señor un diálogo cordial llevándole de manera cotidiana todas “mis preguntas”? ¿Ayudo a que los demás se interroguen interiormente y a que expresen sus preguntas más profundas?
3. “No hay nada IMPOSIBLE para Dios”
Esta última frase toca un aspecto esencial de nuestra fe: la grandeza y el poder absoluto de nuestro Dios. Para Él nada es IMPOSIBLE. Es momento de preguntarnos si realmente creemos que Dios tiene el poder. A pesar de que el mal es fuerte en muchas de sus manifestaciones, el poder de Dios siempre es más grande y vence al mal. Por eso debemos redescubrir que no somos nosotros, con nuestras pobres fuerzas humanas los que vencemos, sino que es Dios con su poder el que vence en nosotros porque para Él nada es IMPOSIBLE. Donde todo parece perdido, donde todo parece terminarse Dios irrumpe y cambia de raíz aquello que parecía no tener solución. Todo nuestro poder radica en el poder de Dios. Dirá San Pablo de forma magnífica: “Todo lo puedo en aquel que me conforta” (Fil 4,13). Como a María, el poder de Dios nos hace fecundos, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y el poder del Altísimo nos cubre con su sombra. Entendamos de corazón que no hay nada IMPOSIBLE para Dios.
¿Soy un hombre, una mujer de fe? ¿Confío en el poder absoluto de Dios? Mirando mi vida actual: ¿qué implica para mí la frase «No hay nada IMPOSIBLE para Dios»? ¿Dejo que el poder de Dios “toque” esos aspectos de la vida que pareciera que no tienen solución? ¿Descubro que soy “poderoso” no por mis capacidades sino por la acción de Dios que me “cubre con su sombra”?
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
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