Francisco nos dejó un legado que contiene frases y gestos simbólicos. Quisiera compartir con ustedes algunas de esas frases y gestos que nos ayudarán a comprender mejor la dimensión de su vida. Cuando una persona muere o queda en el olvido al poco tiempo o se agiganta su figura a medida que tomamos conciencia de su incidencia en la sociedad y en los corazones.
Francisco es un creyente de la Iglesia católica, ha recibido los sacramentos y trató de ser fiel a su vocación de jesuita, sacerdote, arzobispo y Papa. Una característica de su vida es la coherencia y nadie podrá decir que se acomodó a las circunstancias para sacar una ventaja coyuntural. Para Francisco su vida y misión ha sido vivir el Evangelio de Jesús hasta las últimas consecuencias. Sin esta perspectiva no es posible entender la vida y el mensaje de Francisco.
Esa coherencia lo llevó a que lo elogien y lo critiquen. ¿Recuerdan? Antes de ser elegido como Papa se le puso mucha gente y opinión en contra. Después de elegido, como suele ocurrir, llegaron los viajes y las fotos y el aprovechamiento de su lugar y de su cargo. Muchos querían ir al Vaticano, que era donde vivía y trabajaba, pero su vida y su corazón estaban en el Evangelio, en las calles, entre la gente y los pobres.
Después de un tiempo comenzó un “ninguneo” de su figura y de su mensaje, ubicándolo de un lado de la grieta que nos divide y que deja tantos problemas de la gente común y sencilla sin resolver.
Y Francisco recibió a todos, perdonó a todos con gestos y palabras. No sólo de este fin del mundo, sino a todos los líderes políticos y religiosos, realmente “jugó en una liga mayor”. E invitó a jugar en esa liga a los excluidos, a los discriminados por su condición sexual, a los marginados que están tirados al borde del camino, a los inmigrantes y desplazados, a los enfermos, a los presos, en el equipo de Francisco, que es el equipo de la Iglesia que soñó y a la cual entregó su vida hasta el último segundo, están invitados “todos, todos, todos” (Jornada Mundial de Jóvenes, Lisboa 2023).
Algunas frases simbólicas que se pueden aplicar a aquellos que en distintos ámbitos de la vida queremos vivirla como una vocación de servicio y entrega:
La alegría del Evangelio
“1.La alegría del evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años” (EG 1). Precisamente su primer documento se llama LA ALEGRÍA DEL EVANGELIO, una alegría que va más allá de las buenas oportunidades o de que si las cosas salen bien. Es una alegría espiritual, profunda, que dejan un sello indeleble. No tener cara de vinagre, decía muchas veces, especialmente a los curas.
Iglesia misericordiosa
“Lo que más necesita la iglesia hoy es la capacidad de sanar heridas y reconfortar los corazones de los fieles; necesita cercanía, proximidad. Veo la iglesia como un hospital de campaña después de la batalla. ¡Es inútil preguntarle a una persona gravemente herida si tiene el colesterol alto y cuál es su nivel de azúcar en la sangre!” (Primera entrevista volviendo de Río de Janeiro, 2013).
Iglesia en salida
“La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (EG 24).
Fraternidad y pobreza
“Comenzamos hoy un camino de fraternidad y amor universal”, fueron sus primeras palabras en el balcón de la Basílica de San Pedro cuando lo eligieron como Obispo de Roma y sucesor de Pedro (13 de marzo de 2013).
“Francisco de Asís es para mí el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y cuida toda la Creación. El hombre pobre. ¡Cómo me gustaría una iglesia pobre y para los pobres!… (primera rueda de prensa el 16 de marzo de 2013).
Jóvenes en la Iglesia y en el mundo
“Ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se siente defraudados por la corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés”. Y a las decenas de miles de chicos y chicas les propuso: “No se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague. La realidad puede cambiar, el hombre puede cambiar…Hagan lío, pero organícenlo bien, un lío que nos dé un corazón libre, que nos dé esperanza; un lío que nazca de haber conocido a Jesús” (Mensaje a los jóvenes en Río de Janeiro 2013).
El rol de las mujeres
Francisco luchó por la dignidad de la mujer, por su inclusión y por la igualdad de género, no sólo en documentos o declaraciones, sino en hechos concretos y en su propia casa: una religiosa es por primera vez Prefecta de un Dicasterio Vaticano (como un ministerio), lugar históricamente reservado a los Cardenales.
“Incluir a la mujer no es una moda feminista, es un acto de justicia” (Entrevista a TVI/CNN Portugal, septiembre 2022).
Diálogo interreligioso y ecuménico, como base para la paz del mundo
Dialogó con todos los líderes religiosos (judíos, musulmanes, ortodoxos, evangélicos, y de otras religiones), siempre con una actitud de escucha, comprensión y respeto, no desde la cátedra, sino desde el piso, agachándose:
«Les pido como hermano: manténganse en la paz. Se los pido con el corazón. Habrá problemas, pero no se asusten, sigan adelante, resuelvan los problemas. Han iniciado un proceso, que termine bien«, les pidió antes de inclinarse ante ellos y besarles los pies al Presidente de Sudán del Sud y los 5 vicepresidentes elegidos para el proceso de paz en un país en guerra civil (11 de abril de 2019).
Quisiera comentarles algunos puntos de sus dos principales encíclicas: “Laudato si” que aborda la situación de la “casa común”, de este planeta en donde vivimos y que lo estamos destruyendo y “Fratelli tutti” como un camino hacia la fraternidad universal. Ambos títulos son palabras de San Francisco de Asís, santo humilde y pobre, el “hermano de todos”.
1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
1. «Fratelli tutti», escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él»[2]. Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde hayan nacido o habite.
El poliedro
145. Hay una falsa apertura a lo universal, que procede de la superficialidad vacía de quien no es capaz de penetrar hasta el fondo en su patria, o de quien sobrelleva un resentimiento no resuelto hacia su pueblo. En todo caso, «siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Pero hay que hacerlo sin evadirse, sin desarraigos. Es necesario hundir las raíces en la tierra fértil y en la historia del propio lugar, que es un don de Dios. Se trabaja en lo pequeño, en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. […] No es ni la esfera global que anula ni la parcialidad aislada que esteriliza»[125], es el poliedro, donde al mismo tiempo que cada uno es respetado en su valor, «el todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas»[126].
154. Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común. En cambio, desgraciadamente, la política hoy con frecuencia suele asumir formas que dificultan la marcha hacia un mundo distinto.
El amor político
180. Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles. Cualquier empeño en esta línea se convierte en un ejercicio supremo de la caridad. Porque un individuo puede ayudar a una persona necesitada, pero cuando se une a otros para generar procesos sociales de fraternidad y de justicia para todos, entra en «el campo de la más amplia caridad, la caridad política»[165]. Se trata de avanzar hacia un orden social y político cuya alma sea la caridad social[166]. Una vez más convoco a rehabilitar la política, que «es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común»[167].
Diálogo y amistad social
198. Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo “dialogar”. Para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar. No hace falta decir para qué sirve el diálogo. Me basta pensar qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta.
El diálogo social hacia una nueva cultura
199. Algunos tratan de huir de la realidad refugiándose en mundos privados, y otros la enfrentan con violencia destructiva, pero «entre la indiferencia egoísta y la protesta violenta, siempre hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones, el diálogo en el pueblo, porque todos somos pueblo, la capacidad de dar y recibir, permaneciendo abiertos a la verdad. Un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación»[196].
200. Se suele confundir el diálogo con algo muy diferente: un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable. Son sólo monólogos que proceden paralelos, quizás imponiéndose a la atención de los demás por sus tonos altos o agresivos. Pero los monólogos no comprometen a nadie, hasta el punto de que sus contenidos frecuentemente son oportunistas y contradictorios.
Llamamiento
285. En aquel encuentro fraterno que recuerdo gozosamente, con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb «declaramos —firmemente— que las religiones no incitan nunca a la guerra y no instan a sentimientos de odio, hostilidad, extremismo, ni invitan a la violencia o al derramamiento de sangre…Por ello quiero retomar aquí el llamamiento de paz, justicia y fraternidad que hicimos juntos:
«En el nombre de Dios que ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos, para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, la caridad y la paz.
En el nombre de la inocente alma humana que Dios ha prohibido matar, afirmando que quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera.
En el nombre de los pobres, de los desdichados, de los necesitados y de los marginados que Dios ha ordenado socorrer como un deber requerido a todos los hombres y en modo particular a cada hombre acaudalado y acomodado.
En el nombre de los huérfanos, de las viudas, de los refugiados y de los exiliados de sus casas y de sus pueblos; de todas las víctimas de las guerras, las persecuciones y las injusticias; de los débiles, de cuantos viven en el miedo, de los prisioneros de guerra y de los torturados en cualquier parte del mundo, sin distinción alguna.
En el nombre de los pueblos que han perdido la seguridad, la paz y la convivencia común, siendo víctimas de la destrucción, de la ruina y de las guerras.
En nombre de la fraternidad humana que abraza a todos los hombres, los une y los hace iguales.
En el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres.
En el nombre de la libertad, que Dios ha dado a todos los seres humanos, creándolos libres y distinguiéndolos con ella.
En el nombre de la justicia y de la misericordia, fundamentos de la prosperidad y quicios de la fe.
En el nombre de todas las personas de buena voluntad, presentes en cada rincón de la tierra.
En el nombre de Dios y de todo esto […] “asumimos” la cultura del diálogo como camino; la colaboración común como conducta; el conocimiento recíproco como método y criterio».
Algunos preguntan por qué no vino a Argentina, diría que su tierra es Argentina, que su pensamiento es argentino, que su pasión es la de los argentinos, sus neologismos son argentinos y lo entendieron en el mundo entero. Vivió entre nosotros 75 años, venir a Argentina hubiese sido complejo. Pero su memoria quedará en Argentina, no como un famoso que no vino, sino como el padre Jorge, el Papa Francisco que nunca se fue, que nunca nos dejó.
Finalmente uniendo el principio de su pontificado con su última aparición en público tuvo lugar y tiene lugar la bendición que nos dio en ese balcón. Pasaron 12 años, pudimos ser testigos de su vida y de sus obras, de sus palabras y de sus gestos.
Gracias Francisco, gracias por tu entrega, gracias porque fuiste una persona excepcional sin dejar de ser un hombre sencillo con los pies bien en la tierra. Ahora descansa en paz, te lo mereces. Muchas gracias
+ Ernesto Giobando sj
Obispo de Mar del Plata



