Se realiza la 3ra Sesión del Sínodo Diocesano para escuchar, dialogar y discernir las necesidades del pueblo de Dios. Las jornadas terminan mañana sábado y participan delegados sinodales de toda la Diócesis en el colegio Don Orione. «Tenemos que dejarnos desinstalar por el Espíritu Santo para ser sus instrumentos alegres y creativos en esta hora de la vida y de la historia de nuestra Diócesis», dijo el padre obispo Gabriel.

«Estamos trabajando juntos para encontrar las mejores formas para llevar adelante una catequesis y evangelización renovadas», dijo el padre Obispo Gabriel en la apertura de esta sesión.

Se realizaron plenarios y trabajo en comisiones o grupos pequeños para priorizar temas y propuestas sobre Evangelización Renovada que surgieron en la sesión anterior y con el aporte de cada espacio eclesial de la diócesis.
Los sinodales compartieron la eucaristía presidida por el obispo Gabriel Mestre.

La procesión de CORPUS CHRISTI con los sinodales y toda la feligresía cerrará este sábado la jornada sinodal. A partir de las 14hs, desde el colegio de Matheu y Salta comenzará la procesión con el Santísimo por las calles de la ciudad, que finalizará en la Catedral con la tradicional Misa de Corpus que presidirá el padre obispo Gabriel.

HOMILIA DEL OBISPO

“Creer en Jesús y anunciarlo para que tengamos Vida en su Nombre” 1Jn 1,1-4; Sal 36(35),6-7b.8-9.10-11; Jn 20,19-31

Queridas hermanas y queridos hermanos:

Estamos transitando nuestra tercera jornada de sesiones sinodales. La audacia del Espíritu se sigue manifestando. Por eso, más que nunca, tenemos que dejarnos desinstalar por el Espíritu Santo para ser sus instrumentos alegres y creativos en esta hora de la vida y de la historia de nuestra Diócesis.

Las lecturas que hoy compartimos nos desafían desde varios ángulos. En esta homilía no voy hablar específicamente sobre los dos temas ejes de nuestro sínodo, ni sobre los tres temas transversales. Como obispo no quiero inducir nada específico sino dejar que el Espíritu siga hablando en cada uno y en cada una de ustedes, queridos sinodales, con total y absoluta libertad. Como padre y pastor ofrezco sí coordenadas necesarias, claves de acceso imprescindibles para los temas sinodales. Dejando que los textos sagrados hagan verdadero eco en nuestro corazón, propongo aquí tres puntos sintetizados en tres palabras: VIDA, SENSIBILIDAD, ANUNCIAR.

Estos tres puntos son tres coordenadas ineludibles para seguir dando pasos en nuestro camino sinodal: VIDA, SENSIBILDIAD, ANUNCIAR.

  1. Jesucristo es la VIDA
  2. Creer en el Mesías con toda nuestra SENSIBILIDAD
  3. ANUNCIAR al Hijo de Dios con alegría

1- Jesucristo es la VIDA -En los textos bíblicos que escuchamos aparece seis veces la palabra VIDA. Con matices diferentes siempre tiene un claro matiz teologal. Es decir la VIDA es Dios o hace referencia directa a Dios o a lo que Dios nos regala. Porque Dios es la VIDA, entonces es la fuente de la verdadera VIDA como escuchamos en el salmo (cf. Sal 36[35],10). Porque Jesús es la VIDA, tenemos VIDA en su Nombre como termina el evangelio de hoy (cf. Jn 20,31). El mismo Jesús se define así: “Yo soy el Camino, la Verdad y la VIDA” (Jn 14,6). Como Buen Pastor nos recuerda que ha venido para que tengamos VIDA y “VIDA en abundancia” (Jn 10,10). No hablamos de cualquier VIDA sino de Jesucristo que es la VIDA.

La belleza de Jesús que es VIDA ratifica una vez más la centralidad de Dios para nuestra existencia. En el inicio de nuestra primera sesión sinodal compartíamos la absoluta necesidad de la primacía de la gracia de Dios para caminar juntos. Hoy volvemos a confirmar lo mismo: ¡Sólo Dios alcanza, sí, solo Dios; estamos hechos para Dios! Lo hacemos haciendo profesión de fe ante Jesucristo que es la VIDA y por eso nos trae la VIDA en abundancia. Pensemos en un instante todas las resonancias que la palabra VIDA y que Jesús como VIDA trae a nuestra mente y nuestro corazón. Recordemos cuántos cantos litúrgicos y religiosos evocan al Señor como VIDA. Vos sos la VIDA, vos sos la paz… cantábamos al comienzo de la celebración; yo vengo a traerte vida, vida en abundancia, en abundancia cantaremos dentro de unos instantes. ¡Jesucristo es la VIDA! No es una idea, no es un simple ejemplo, no es una doctrina, no es una moral, no es un rito, no es una abstracción. Es el Señor de la VIDA que nos colma de la VIDA en abundancia. Captar esto es esencial para nuestra VIDA de Iglesia y para esta etapa de discernimiento en nuestro Primer Sínodo Diocesano. Debemos preguntarnos en qué Jesús creo, en qué Jesús creemos. Un camino de pureza en nuestra fe, una sana cristología VITAL, nos apartará de cualquier tipo de ideología que quiera imponerse en el lugar de la verdadera espiritualidad. Ante la tentación de los llamados fundamentalismos conservadores o los también llamados fundamentalismos progresistas, irrumpe con singular fuerza Jesucristo que es la VIDA, dándonos VIDA en su Nombre. ¡Jesucristo es la VIDA! ¡Sólo Dios alcanza, sí, solo Dios; estamos hechos para Dios!

Me pregunto y los invito a que se pregunten: ¿Quién es Jesús para mí? ¿Capto realmente lo que implica que el Maestro sea la VIDA? ¿Me siento verdaderamente invitado a creer en el Señor para tener VIDA en su Nombre? ¿Cómo es mi encuentro cotidiano con Jesús? ¿Es realmente VITAL? ¿Abro serenamente mi corazón para que renueve mi VIDA? A esta altura de mi existencia: ¿Me doy cuenta que sin Cristo la VIDA no tiene sentido?

2- Creer en el Mesías con toda nuestra SENSIBILIDAD – La primera lectura, con los primeros versículos de la Primera Carta de Juan, concentra una serie de verbos que sintetizan lo propio de la SENSIBILIDAD del ser humano: “oír, ver, tocar y contemplar”. Incluso aparecen citados dos órganos de la SENSIBILIDAD: “los ojos y las manos”. La experiencia de fe sí o sí está marcada por la SENSIBILIDAD humana. Esto es medular en nuestra fe judeocristiana y ha llegado a su culmen en el misterio de la encarnación de Jesucristo que es la Vida: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Es así, que estamos desafiados a creer con toda nuestra SENSIBILIDAD. Esto implica dos movimientos simultáneos que se podrían definir en dos verbos: integrar e impregnar.

 En primer lugar integrar. Integrar con toda nuestra SENSIBILIDAD humana, con todos nuestros SENTIDOS la presencia del Mesías. Dejar que ingrese por todos los poros de nuestra vida. Que no haya ámbito de nuestra existencia que ponga límites a la presencia de su gracia que todo lo quiere invadir.

En segundo lugar impregnar. Impregnar de Cristo todas las dimensiones de nuestra SENSIBILIDAD humana. Esto implica cristificar nuestros vínculos, nuestra economía (tengamos más o tengamos menos), nuestra sexualidad, nuestros proyectos, nuestro servicio pastoral, nuestro tiempo de descanso, nuestra mirada de la mujer, nuestros comentarios cotidianos, nuestras experiencias de fracaso y dolor, nuestros desafíos personales, familiares y comunitarios… ¡Cristo quiere impregnar toda nuestra existencia y SENSIBILIDAD!

 “Oír, ver, tocar y contemplar; ojos y manos…”. Expresiones de la Palabra que nos invitan a integrar e impregnar de Cristo toda, absolutamente toda, nuestra SENSIBLIDAD humana. No podemos reducir nuestra experiencia de fe solo a la mente, o solo a la praxis pastoral en un ámbito. Creemos con toda nuestra SENSIBILIDAD para apartarnos de los nuevos dualismos que siempre acechan la vida de los cristianos. Nada de lo humano es ajeno a Cristo. Todo se cristifica, toda nuestra SENSIBILIDAD debe ser cristificada y así tendremos Vida en su Nombre.

Me pregunto y los invito a que se pregunten: ¿Cómo es mi fe? ¿Creo con toda mi SENSIBILIDAD humana? ¿Caigo en la tentación de impregnar de Cristo solo algunos ámbitos de mi vida y no dejar que entre en todos? ¿Tengo la tendencia a separar la fe de la vida? Desde el encuentro con Cristo que es la Vida: ¿Busco educar mi SENSIBILIDAD para que toda mi carne humana rinda culto al Dios que se ha hecho hombre?

3 ANUNCIAR al Hijo de Dios con alegría – La primera lectura presenta tres veces el verbo ANUNCIAR. El final del texto del Cuarto Evangelio que hemos escuchado nos recuerda que ha sido escrito para ANUNCIAR que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y que en su Nombre tenemos Vida. En ambos casos el ANUNCIO y la presencia de Cristo es vivido con alegría por la primitiva comunidad cristiana. ANUNCIAR con alegría que Jesús es la Vida para que impregne toda la sensibilidad es como una suerte de síntesis orientativa teologal y pastoral de nuestro proceso sinodal.

 Aquí está nuestra originalidad. Lo más bello y exquisito que tenemos es el encargo, la misión de ANUNCIAR a Jesucristo que es la Vida. La evangelización renovada y la catequesis renovada, teniendo como horizonte directo las familias, los jóvenes y los pobres, se nutren de Cristo y solo de Cristo. La Iglesia no es una ONG, lo repite constantemente el querido Papa Francisco. La Iglesia en salida es la que comparte con los demás la única riqueza que siempre posee: el ANUNCIO gozoso de Cristo el Señor.

Si nuestra vida y nuestra sensibilidad están realmente cristificadas, vamos a buscar ser misión y ANUNCIAR a Cristo para que todos y todas tengan Vida en su Nombre. No hay otro camino, no hay otra opción. Los dos temas principales y los tres temas transversales están en clave de ANUNCIO, de misión, de verdadera vivencia, transmisión y compromiso de la fe. ANUNCIAR con alegría que Cristo está vivo y nos quiere vivos es el núcleo de nuestro discipulado misionero.

Me pregunto y los invito a que se pregunten: ¿Mi experiencia de fe se hace ANUNCIO gozoso de Cristo a mis hermanos y hermanas? ¿O tiende a quedar cerrada en una experiencia intimista? ¿Busco ser creativo a la hora de ANUNCIAR que Cristo está vivo? El ANUNCIO alegre del Señor: ¿Está realmente presente en mi experiencia de evangelización y de catequesis? A la hora de ANUNCIAR a Cristo: ¿Tengo presente la sensibilidad y la situación de las familias, los jóvenes y los pobres? Para concluir ¡Jesucristo es la Vida, creemos con toda nuestra sensibilidad y lo anunciamos con alegría!

Esta son las tres coordenadas que les pido como padre, hermano y amigo, que tengan presente para lo intenso y profundo de nuestro trabajo y servicio sinodal. Yo vengo a traerte vida, vida en abundancia, en abundancia. Yo soy el camino, la verdad y la vida, vida en abundancia, en abundancia.

+Mons. Gabriel Mestre Obispo de Mar del Plata