Domingo 2º de Pascua Ciclo A – 16 de abril de 2023. Divina Misericordia.
Primera lectura: Hch 2,42-47 | Salmo: Sal 117,2-4.13-15.22-23 | Segunda lectura: 1Pe 1,3-9 | Evangelio: Jn 20,19-31
El Evangelio de este Domingo, concentra muchos de los grandes temas pascuales: vivir de puertas abiertas, vencer el temor, la paz, la alegría, el envío misionero, el Espíritu Santo, la comunidad reunida en oración, el perdón de los pecados, la fe en la presencia del Señor Resucitado, la superación de las dudas de los discípulos… Muchos de estos temas se irán plasmando y retomando en los distintos Domingos del Tiempo Pascual. También hoy se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia instituida por el Papa San Juan Pablo II para toda la Iglesia el 30 de abril del año 2000.
A la luz de la primera parte del relato (vv. 19 al 23) y los versículos finales del mismo, propongo tres puntos para orar y meditar: CERRADAS, PAZ, CREYENDO.
- Puertas CERRADAS
- La PAZ
- CREYENDO en Jesús tener vida
- Puertas CERRADAS
La imagen de las puertas CERRADAS por temor a los judíos al comienzo del relato es muy sugestiva. Las puertas CERRADAS simbolizan el miedo que paraliza a los discípulos y que, justamente, los CIERRA, los ENCIERRA, los hace volverse sobre sí mismos, ser excesivamente autorreferenciales como insiste el Papa Francisco. Ante las amenazas del exterior se prefiere encontrar una falsa seguridad en el ensimismamiento de las puertas CERRADAS. CERRAR las puertas es bloquear la comunicación con los demás. Puede darse en personas, familias, grupos… La tentación de obstaculizar el vínculo con los demás para sentirse más seguros es mucho más frecuente de lo que en realidad creemos. Las puertas CERRADAS se da muchas veces en esas situaciones en las cuales no se acepta dialogar los temas que son necesarios hablar. Temas tabú que nunca se terminan de sanar o asumir por las actitudes de CERRAZÓN de corazón.
¿Cuáles son las experiencias de “puertas CERRADAS” de mi vida? ¿Ante quiénes me CIERRO: Dios, mi propia realidad, los demás…? ¿Dónde experimento la tentación de “ENCERRARME”? ¿Qué miedos me provocan CERRARME en mis “falsas seguridades”?
2. La PAZ
Jesús resucitado se aparece a sus discípulos y lo primero que hace en las tres oportunidades es darles el saludo de la PAZ. Este saludo no es un simple saludo. En Dios lo que se dice se cumple. El saludo de PAZ de Jesús hace real y efectiva esa PAZ como don de Dios en el corazón de aquél que lo recibe. Uno de los principales frutos de la Pascua del Señor en nuestra vida es justamente la tan ansiada y necesaria PAZ. Debemos ser receptáculos de esta PAZ verdadera y auténtica. Ante una búsqueda parcial o superficial de la PAZ, hoy la Palabra nos hace descubrir que la PAZ viene del Resucitado y que su efecto más preciado será reconciliar nuestros corazones. Ante tanta violencia e irritabilidad pequeña o grande, más lejana o más cercana, Jesús irrumpe como resucitado y nos da la PAZ que unifica todas nuestras tendencias interiores orientándolas al único que da sentido a nuestras vidas que es el mismo Dios.
¿Anhelo la PAZ? ¿Qué PAZ…? ¿La falsa PAZ, la que da el mundo…? ¿Deseo la PAZ auténtica, la que viene de Dios, la que es efectiva y realmente unifica mi interioridad? ¿Dejo que la fuerza del Resucitado PACIFIQUE mi corazón? ¿Qué implica que la PAZ de Cristo hoy unifique todas mis tendencias interiores ordenándolas al fin último de mi vida que es el mismo Dios? ¿Dejo que la PAZ del Señor Resucitado sea la primera y última palabra de mi vida?
3. CREYENDO en Jesús tener vida
Los versículos 30-31, final del texto de hoy, son una síntesis de todo el Evangelio de Juan. El verbo CREER, invita claramente a tener fe y fiarse solo en Jesús. Un Jesús que es definido como Mesías e Hijo de Dios. En Él y solo en Él se puede tener vida verdadera. CREER, Jesús y vida son las tres palabras que pueden sintetizar el Evangelio de Juan y que hoy debemos tener presenta para redefinir nuestra vida de resucitados con el Señor. La experiencia del Tomás de la segunda semana es la que tenemos que interiorizar y con él poder decir: “¡Señor mío y Dios mío!”. Así seremos parte de aquellos discípulos que CREYENDO en Jesús tendremos vida.
¿Qué me provoca este final del Evangelio? ¿Qué implica para mí CREER en Jesús para tener vida en su Nombre? ¿Soy un hombre/mujer de fe? ¿CREO realmente que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios? ¿CREO que solo en el Señor tengo vida y vida en abundancia? ¿En qué ámbitos de mi existencia particular hoy Jesús deberá colmarme de vida? ¿Puedo decir hoy con Tomás: “Señor mío y Dios mío”?
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
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