Domingo 5º de Pascua Ciclo C – 15 de mayo de 2022
Primera lectura: Hech 14,21b-27 | Salmo: Sal 144,8-13a | Segunda lectura: Apoc 21,1-5a | Evangelio: Jn 13,31-33a.34-35
En los capítulos 13 al 17 del Evangelio de Juan, el Señor nos deja un largo y profundo discurso de despedida donde concentra los grandes temas que marcan la vida del verdadero discípulo misionero. Hoy compartimos algunos versículos de dicho texto que elevan nuestra mirada hacia la realidad del amor en nuestras vidas. Propongo tres puntos para orar sintetizados en tres palabras: COMO, MANDAMIENTO, DISTINTIVO.
- Amar COMO Jesús
- ¿Es posible que el amor sea un MANDAMIENTO?
- El amor signo DISTINTIVO del cristiano
- Amar COMO Jesús
¿Qué es el amor…?, ¿Un sentimiento?, ¿un ideal?, ¿un deber?, ¿una emoción?, ¿sólo una palabra?, ¿un deseo?, ¿una obligación moral?, ¿una pasión?, ¿una necesidad?, ¿un arte?, ¿un camino?, ¿un frenesí?… Es un poco de todo esto y no es nada de esto… ¿Qué define lo esencial del amor en clave cristiana? Hoy lo dice Jesús con claridad: “ámense COMO yo los he amado”. ¿CÓMO nos amó Jesús? Dando la vida. Esta es la clave del auténtico amor: dar la vida. Para saber si existe realmente amor en los vínculos de familia, de pareja, amicales, fraternos, sociales… revisemos y preguntémonos si estamos dando la vida. Para que el amor no quede en una esfera superficial y se solo una palabra reclama la capacidad de dar la vida.
¿Soy capaz de amar? ¿CÓMO estoy amando? ¿Qué implica para mí el amor…? ¿Solo una palabra, una emoción, una obligación…? ¿CÓMO es el horizonte vincular de mi vida: bueno, malo… saludable, un poco enfermo? ¿Logro entender que amar es dar la vida? ¿Doy la vida con generosidad amando a mis hermanos en los grandes desafíos y en los detalles de todos los días? ¿Intento enseñar a los demás el camino de amar COMO Jesús nos ama?
2. ¿Es posible que el amor sea un MANDAMIENTO?
Respondemos que sí. Dice el Papa Benedicto XVI: el amor puede ser «MANDADO» porque antes es dado (DCE 15). El amor puede ser un MANDAMIENTO de Dios porque antes es dado como gracia por el mismo Dios. A pesar de nuestra debilidad y de nuestro mismo pecado el amor es posible en nuestra vida. ¿Por qué? Porque Dios nos amó primero: “como yo los he amado”. Él dio su vida por nosotros sin merecerlo de nuestra parte. La fuerza de la Pascua de Jesús en nuestro corazón, que se nos entrega por la gracia, nos permite amar dando la vida. Por eso el amor es un MANDAMIENTO, se nos puede MANDAR porque antes experimentamos y recibimos ese amor. Recibir la gracia de Dios y experimentar su amor particular y único por cada uno de nosotros es el primer gran paso para captar la novedad de este MANDAMIENTO. Revisemos la historia de amor de Dios por cada uno de nosotros a lo largo de la vida. Si hoy estamos parados como hombres y mujeres de fe en nuestras vidas es porque hemos experimentado el amor de Dios.
¿Me dejo amar por Dios? ¿Experimento su amor cada día? ¿Me dejo perdonar por su amor infinito? ¿Cuáles han sido o son los momentos más fuertes de experiencia de amor de Dios en mi vida? ¿Descubro que ese amor de Dios es gracia y bendición? ¿Dejo que su amor me fortalezca para poder amar a los demás? ¿Dejo que el amor misericordioso de Dios me capacite para amar más y mejor cada día? ¿Busco vivir el MANDAMIENTO del amor en medio de los límites de mi existencia cotidiana?
3. El amor signo DISTINTIVO del cristiano
¿Cuál es el signo DISTINTIVO del discípulo de Jesús? Uno podría pensar que usar colgado al pecho una cruz, o el santo rosario en el espejo retrovisor del vehículo; o sus conocimientos de Biblia o la misma forma de orar en público… Esto puede orientar, puede acercar… Sin embargo, el signo DISTINTIVO por excelencia del cristiano es el que hoy nos transmite la Palabra: “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. El amor es el documento de identidad o pasaporte del verdadero cristiano, el verdadero signo DISTINTIVO. Nos reconocerán o nos deberían reconocer por cómo nos amamos. Los demás debería decir: Miren cómo se aman los discípulos de Jesús en ese grupo, en esa comunidad, en esa familia. Yo quiero amar así, por eso voy a comenzar a vivir la fe en serio como lo hacen ellos. ¡Cuánto nos hace falta caminar en esta dirección!
¿Descubro la experiencia de amor como el signo DISTINTIVO de mi identidad de discípulo misionero de Jesús? ¿Logro transmitir su amor en la experiencia cotidiana? ¿Motivo a mis hermanos en la fe a que redescubran cada día esta exigencia? ¿Pienso que los demás me pueden reconocer como cristiano por el amor que reflejo? Pensar en el ambiente de trabajo, de estudio, el barrio, el edificio…
+Mons. Gabriel Mestre
Obispo de Mar del Plata
Argentina
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