El mes de setiembre está dedicado a la Palabra de Dios porque el día 30 de este mes celebramos la fiesta de san Jerónimo, traductor de la Biblia al latín.

            Dios nos habla de diversas maneras; lo hace a través de la naturaleza, de los acontecimientos, de nuestra conciencia… pero su Palabra nos llega de una manera privilegiada por la Sagrada Biblia, escrita a lo largo de muchos siglos por hombres diferentes, pero todos ellos inspirados por el Espíritu Santo; esos hombres, con sus propias personalidades y en sus contextos socio-culturales específicos, fueron instrumentos dóciles a la acción del Espíritu.

            La Iglesia custodia e interpreta la Sagrada Escritura y tiene también el compromiso ineludible de transmitirla. Así la Palabra está presente en toda la actividad eclesial, no sólo en las celebraciones litúrgicas donde ésta ocupa un lugar preeminente. Por esa razón, todos los cristianos, miembros del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, tenemos la responsabilidad de  escuchar la Palabra, reflexionar sobre su contenido  para hacerla vida y hacer presente su mensaje de amor misericordioso para consolar, fortalecer e iluminar la vida de nuestro prójimo. Decía san Jerónimo: “Desconocer las Escrituras, es desconocer a Cristo”.